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viernes, 3 de junio de 2016

La Tatuana

Hace muchos años, en época colonial, dicen que en la capital de Santiago de los Caballeros inició con su traslado hacia la Ciudad de Guatemala donde una joven y bella mujer de origen mulato a la que llamaban Tatuana, que disfrutaba con los placeres de la carne y con los placeres del lujo, los cuales no estaban bien vistos en una sociedad recatada y religiosa. Así pues, se acusó a la joven de brujería y de hacer maleficios para conseguir a los hombres. Se le acusó de codicia y de no seguir los preceptos de la iglesia. Por todas estas razones fue juzgada por el tribunal de la Santa Inquisición, y fue condenada a muerte. La Tatuana se negó a recibir la gracia de confesión de sus pecados antes de morir. Cuentan, que la noche anterior a su muerte, pidió como última gracia un trozo de carbón, unas velas y unas rosas blancas. Con estas tres cosas hizo en la celda una especie de altar donde realizó una hechicería. Con el carbón pintó en la pared una gran barca mientras recitaba conjuros, y se dice que se presentó ante ella el mismo demonio. El demonio le sacó de la celda montada en la barca que había pintado en la pared, y se dice que todavía se la puede ver en los días que llueve grandes aguaceros.

Se cree que los antecedentes de esta leyenda provienen de la mitología maya, y más concretamente de la leyenda de Chimalmat (Diosa que se vuelve invisible por causa de un encantamiento).

Existen varias versiones de la leyenda de “La Tatuana”, una de ellas cuenta que se trataba de una anciana con una misteriosa personalidad, se caracterizaba por tener una mirada profunda y aterradora y por tener avanzados conocimientos en la magia negra. Recorría las calles de Guatemala realizando sus hechicerías a las personas que se lo pedían y con lo que ganaba adquiría lo necesario para poder sobrevivir. Otras historias cuentan que no era una anciana sino una señorita de ojos negros brillantes, cabello largo, obscuro recogido con dos grandes trenzas y de buen porte. Su mirada era penetrante.


Y la última versión, según el famoso libro Leyendas de Guatemala, de Miguel Ángel Asturias, relata que se trataba de una esclava, llamada Manuela, quien fue adquirida por un anciano que poseía conocimientos esotéricos y que se convirtió en su alumna. Cuenta que el anciano le tomo un gran aprecio a Manuela y la dejo en libertad, tatuándole con la uña un barco en el brazo, con el fin de que a través de este símbolo, ella pudiera escapar de cualquier peligro, esto le permitía a Manuela escapar de prisión, luego de dibujar en la pared este barco. Ella desaparecía por completo dejando un olor a azufre. Antes de que las bartolinas del Palacio de Gobierno de la Nueva Guatemala de la Asunción se destruyeran por los terremotos del 1917 y 1918, cuentan que se pudo observar uno de los barcos dibujados por Manuela, en una de sus paredes.


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